La presencia dinámica de la Casa de la Cultura desde el 3 de febrero de 1992, es calificada de histórica. Esta casa, una de las más antiguas de la ciudad, transformó la vida cultural ciudadana y es centro de un modelo de gestión que aunque con ritmos y aspectos diversos da continuidad a la personalidad cultural de Goya.
La casa fue de don Gregorio Araujo, hombre de sólida fortuna y rectitud de carácter quien contrató al constructor Pablo Fernández, para mudarse allí, gozando de comodidades y de adelantos propios de la época decimonónica.