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Manuel Belgrano: “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”

17/09/2021

Manuel Belgrano

“UN PUEBLO CULTO NUNCA PUEDE SER ESCLAVIZADO”

 

El 17 de septiembre se celebra en la Argentina un día muy singular: el Día del Profesor. En dicha fecha se brinda homenaje a la figura de José Manuel Estrada. En estas breves palabras (que difícilmente lleguen a discurso) pretendo montar un pequeño homenaje a una figura ejemplar. La primera pregunta que nos deberíamos plantear es la siguiente: ¿Quién es este hombre para que tan magna fecha se conmemore en su nombre? Y bien digo “es” porque “los grandes hombres de nuestra historia, los auténticos próceres de nuestra amada y flagelada Patria, aunque fueron, continúan siendo y desde luego, serán. En la memoria, en la tradición viva, en la interpelación constante de su inexpugnable vigencia, el lugar de los grandes es el hoy, es decir, el para siempre”.

 

Estrada amó la Patria, y lo expresó en su predilección por la historia y su comprometida participación ciudadana y política. Amó la familia, en el amor a su esposa, Elena, y en la fecundidad de los hijos. Amó la fe católica, la cual profesó ardientemente hasta el fin. Amó la excelsitud de la palabra: cuando Estrada escribía, persuadía, pero cuando hablaba, engalanaba y cautivaba. Era un orador nato, excepcional. Su justa fama de excelente docente y orador puede ser ilustrada con una anécdota alrededor de uno de sus más memorables discursos: transcurría el 24 de abril de 1877 cuando, exponiendo sobre la tiranía de Rosas, sacó a relucir sus excelentes virtudes en lo que terminó siendo un discurso apoteótico. Tan alto fue el impacto que causó su fenomenal oratoria que, al finalizar la conferencia, los alumnos y docentes lo siguieron en procesión por las calles de la ciudad. Cuando llegaron al pie de una estatua de San Martín, Adolfo Mitre, en nombre de los alumnos, improvisó un discurso para manifestarle a Estrada su apoyo y emoción.

 

Sin embargo, y a propósito de nuestro día, un capítulo aparte merece aquel amor singular al cual consagró gran parte de su vida: el amor por la educación de los adolescentes y jóvenes, como lo manifiestan sus propias palabras: "Mis jóvenes amigos: Os esperaba; y he querido pensar lo que debía deciros en esta despedida, cuyo dolor vosotros no podéis medir. Para concebir el amor paterno, es necesario que la naturaleza despierte todas las ternuras en el corazón del hombre. ¡Cerca de veinte años en la cátedra me han enseñado a amar a la juventud! Al despedirme de ella, he querido recibiros rodeado de mis hijos, a quienes seguís en mis predilecciones; y en esta casa, cuya modestia os prueba, que en esos veinte años he pensado mucho en vosotros y muy poco en mí mismo.

 

"Ha sido para mí la enseñanza un altísimo ministerio social, a cuyo desempeño he sacrificado el brillo de la vida y las solicitudes de la fortuna: el tiempo, el reposo, la salud, y en momentos amargos, mi paz y la alegría de mi familia.

 

(…) Vosotros creéis en la justicia. No esterilicéis esa fe sagrada y noble de la primera edad. ¡Servidla, mis jóvenes amigos, con abnegación, con sacrificio, con virilidad! Sea éste mi último consejo y mi última lección. Os la doy con mi palabra, os la doy con mi persona.

 

(…) ¡De las astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad! (…) El amor a la verdad nos separa. Él nos reunirá, donde los ciudadanos de un pueblo libre luchan y triunfan contra los traficantes y los ambiciosos. Entre tanto, señores, os deseo maestros que os amen como os he enseñado, y os sirvan con la misma sinceridad".

 

Tan emocionantes y sentidas palabras salieron de don José Manuel cuando, en el atardecer de su vida, despojado de todos sus cargos públicos profesionales (rectorado del Colegio Nacional de Buenos Aires, catedrático de la Facultad de Derecho), y a causa de su perspicaz inteligencia y de su inquebrantable Fe, recibió el mayor de todos los honores, acaso esos honores que todo auténtico profesor anhela con sigilo en lo profundo del corazón: el reconocimiento, homenaje y gratitud de sus propios alumnos.

 

Que la imagen de José Manuel Estrada, modelo cabal de educador argentino, sea, una vez más, una fuente inspiradora para que renovemos con alegría, profesionalismo y entusiasmo, nuestra altísima y nobilísima vocación. Que podamos repetir con orgullo las palabras del prócer ¡…haremos tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad”

 

Héctor I. Brikman Prof. De Lengua y Lit. Vocal de la Asoc. Belgraniana Goya